lunes, 22 de noviembre de 2010

Revólveres S&W .357: Superligeros

De inagotable puede calificarse la capacidad de Smith & Wesson a la hora de producir nuevos modelos y aumentar con variantes y opciones su impresionante catálogo. Como un ejemplo más, estos revólveres del .357 Magnum mantienen un esquema de funcionamiento que se ha hecho clásico por su fiabilidad, pero incorporan notables refinamientos para adaptarse ventajosamente a una época en la que priman tecnología y funcionalidad.
Texto:  Luis Pérez de León / Fotos: A.F. Pérez de León SL
* Este artículo incluye 25 imágenes con sus correspondientes comentarios en la edición impresa del número 303
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Ya hemos comentado en otros varios artículos cómo esta empresa norteamericana, sin duda siempre entre las más destacadas de toda la producción mundial, se ha posicionado en los últimos años a la cabeza de muchos segmentos, disponiendo de la oferta más extensa que hoy existe en el apartado de las armas cortas y ampliando progresivamente su oferta con nuevas opciones, entre las que ya se cuentan rifles y escopetas, aunque sería más correcto decir rescatando, pues hace ya décadas que S&W comercializaba armas largas rayadas con su emblema, y no creo equivocarme al suponer que aún veremos más novedades de este tipo en no mucho tiempo.

Pero hoy toca hablar de revólveres, de un tipo de armas en las que esta fábrica puede enorgullecerse de poseer una tradición envidiable, con siglo y medio de historia, cristalizada hoy en una extraordinaria producción que abarca decenas de modelos para todas la opciones posibles, ya sea defensa, servicio, tiro deportivo o hasta los especiales para caza.

Siempre en cabeza

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Hay que señalar, además, que la esencia del esquema mecánico de los S&W se mantiene casi sin variación desde hace ya cien años, demostrando con ello la extraordinaria validez y fiabilidad de ese diseño, aunque hay que reconocer que, al margen de destacadas excepciones, el mundo de las armas cortas demuestra ser decididamente “clásico”, pues supongo que hasta el propio John Browning se extrañaría hoy al conocer la vigencia de su diseño Government 1911.
Sin embargo, y aunque S&W mantenga en catálogo algunos de sus incontestables iconos, es indiscutible que su posición de liderazgo puede atribuirse también a una constante de evolución, proponiendo nuevas fórmulas u opciones en el mercado.

Los dos revólveres que hoy nos ocupan comparten, además de sistema de funcionamiento y calibre, el estar construidos con unos materiales que los sitúan a la vanguardia de la más moderna funcionalidad.

Fue en 1999, sin duda que de cara a la tan celebrada y comercialmente explotada llegada del nuevo milenio, cuando S&W aprovechó una convención celebrada en Ciudad del Lago Salado (Salt Lake City), para presentar unos revólveres que bajo la denominación Air Lite abrían una nueva etapa en su producción. La posibilidad de acceder a metales especiales -como el titanio- a precios razonables, incluso desde la desmantelación de muchos enormes misiles militares, ofrecía la posibilidad de realizar armas de extraordinaria ligereza y resistencia, una opción que aún se hizo más favorable al combinar otro raro metal igualmente ligero y resistente, que asimismo se empleaba en la tecnología aeroespacial: el escandio.
Aprovecharemos, sólo brevemente, para comentar que el escandio es un elemento químico de la tabla periódica cuyo símbolo es Sc y su número atómico el 21. Es un metal de transición que se encuentra en minerales de Escandinavia (de ahí su nombre), y que se clasifica con frecuencia entre los lantánidos por sus similitudes con ellos. Es muy ligero, resistente el ataque del ácido nítrico y fluorhídrico y de color plateado. Su estado de oxidación más común es +3 y sus sales son incoloras. Sus propiedades son más parecidas a las del itrio y los lantánidos que a las del titanio, por lo que suele incluirse con frecuencia entre las tierras raras.

Por supuesto que se podría seguir hablando de éste y otros metales que se emplean para dar forma a las armas de Smith and Wesson, pero quiero pensar que me van a disculpar si me refiero ahora a los revólveres, junto a sus características y peculiaridades más destacadas.

Las armas

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Comencemos por designar concretamente a nuestros protagonistas: el modelo 340 Ti Air Lite y el 386 Ti Mountain Lite, ambos de calibre .357 magnum, como ya indicamos anteriormente.
El primero de ellos recoge la esencia de los ya casi legendarios Chief Special de la marca, los pequeños “cinco tiros” de S&W que tan populares se hicieron por todo el mundo, y que aún hoy, en pleno reinado de las pistolas semiautomáticas, mantienen un notable atractivo para muchos usuarios, ya sea como arma básica de defensa o hasta como “back up” o “guardaespaldas” para los profesionales. Su tamaño, peso, fiabilidad e inmediatez de uso les permiten perdurar con ventaja.

Pero en S&W nos han demostrado a lo largo del tiempo que también allí piensan que todo es susceptible de mejora. Así, si su emblemático modelo 36 del calibre .38 Spl y cañón de dos pulgadas se transformó en inoxidable con el M-60 y el superligero y con martillo percutor oculto en el 38 Airweight, aún el concepto podía evolucionar si se empleaba un cartucho de sensible mayor potencia (aunque tampoco pudiera ofrecer todas sus posibilidades desde tan corto cañón), como era el caso del .357 Magnum. Pero el tema era todavía más atractivo si el peso aún podía reducirse sensiblemente con la incorporación de piezas vitales como el cilindro y el armazón manufacturados con titanio y aluminio especial aleado con escandio, respectivamente. Los cinco tiros del Chief Special se mantendrían en este diminuto revólver con armazón de tipo “J” en la saga de la marca, pero iban a ser cinco disparos con sensible mayor potencial eficacia, a la vez que el arma iba a resultar tan sorprendentemente ligera como inalterable. Pero… faltaría también saber si semejante “pequeña bestia” podría dispararse con un razonable grado de control y hasta comodidad.
Precisamente junto a estas líneas pueden ver los dos modernos S&W junto a un ya veterano modelo 66 (de armazón “K”, cañón de 2,5″ y calibre .357), que situamos como elemento comparativo. Es un ejemplar inutilizado que compré no hace mucho a un lector gaditano que lo anunció en nuestra Bolsa de ARMAS, y del que les aseguro me gustaría saber quién lo “adornó” con ese remedo de alza.

Al margen de su innegable atractivo, alzas aparte (y del vicio que a uno le invade, por supuesto), lo compré porque hace años tuve dos de estas armas y hasta porque mi padre, fallecido hace ya tres lustros, tuvo otra que por cierto le robaron, dándole el disgusto de su vida. Es una de esas armas que a uno le “dejan huella” por un montón de cosas que seguro que muchos de ustedes, como buenos aficionados saben comprender perfectamente. Pero el comentario sirve para la ocasión porque disparé muchos tiros con los M-66, y reconozco que tirar cartuchos “calientes” .357 no era una experiencia muy agradable si se empleaban las pequeñas cachas de madera que venían de fábrica, situación que se “dulcificaba” extraordinariamente con unas Pachmayr de neopreno que le daban más “cuerpo” a la empuñadura y además cubrían el acero del armazón en la empuñadura.
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Por supuesto he probado muchos, muchísimos, tipos de armas desde hace casi 40 años, pero, precisamente por ello, siempre hay un resquicio de cautela cuando se trata de disparar cosas pequeñas de calibre grande, y el .357 no es pequeño. No me malentiendan, también me pasa al disparar un express del .577 ó incluso algunos rifles centroeuropeos de culata muy quebrada en los que pone 8×68S, por ejemplo.

El caso es que conservaba algunos antiguos cartuchos Remington con punta de plomo Semiwadcutter de 158 grains (los ven también en las fotos), que les aseguro no están faltos de energía, y que me servirían para probar el efecto del 360 en la mano, además de para recordar viejos tiempos, al margen de que otros modernos Fiocchi del mismo peso y calibre, y hasta algunos del .38, sirvieran para complementar la prueba.
Si digo que el pequeño “Smithy” no pega, falto a la verdad, pero lo mismo sucedería si afirmo que resulta desagradable, como sí lo era el 66, pese a su sensible mayor peso. La mano brinca, sin duda, y hasta es aconsejable permitir una cierta “amortiguación” en el brazo en vez de dejarlo rígido como una barra, pero las secuencias pueden ser más que razonablemente rápidas y precisas sobre un blanco situado a 8 metros, una distancia que entiendo lógica para este tipo de armas.

Lo que tampoco se puede negar es el tremendo fogonazo que vomita el pequeño cañón, tanto como para que no esté de más adiestrarse a parpadear por una fracción de segundo en el momento del tiro para una posible situación de poca luminosidad ambiente, pues te puede deslumbrar literalmente, con el peligro que ello puede acarrear.

Otra consideración es el estampido (ahora la palabra es aturdir), aunque éste es un factor inevitable, incluso con municiones de inferior potencia, y siempre muy a tener en cuenta en espacios cerrados. No es que moleste el agudo pitido en los oídos durante un tiempo, sino que tu oído prácticamente se bloqueará temporalmente, y será muy difícil entender órdenes, indicaciones, avisos…

Mountain Lite

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Hemos hecho referencia a dos de los tipos de armazón empleados por S&W en sus revólveres: el “J”, reservado a los más pequeños, y el “K”, que fue durante muchos años el de tipo medio, por debajo de los “N” de mayor tamaño. Esto fue así hasta la presentación, en 1981, del denominado “L” con el Magnun Distinguido de Combate, que aparecía como una nueva opción para ofrecer mayor fortaleza y estabilidad que los “K”, aunque con evidente más tamaño y peso, pero sin llegar a las cotas de los más grandes.

Es precisamente un armazón “L” en el que se basa la estructura del Mountain Lite, aunque con todas las ventajas inherentes a su material, tal como antes hemos comentado al referirnos a su hermano pequeño.
Digamos también que S&W propone otra versión del 386, ésta acompañada de las siglas PD (Personal Defence), diferenciándose del arma que hoy pueden ver por su acabado negro mate y en su punto de mira de diseño tradicional, en lugar de la barra de fibra óptica que se instala en el Mountain, confirmado en él una vocación más polivalente y hasta expresamente destinada a la ingente cantidad de cazadores, excursionistas y hasta pescadores que en Norteamérica se acompañan de armas de fuego en sus actividades campestres. Aunque a alguien le pueda sorprender, hay zonas donde es obligatorio ir armado aunque se vaya a practicar la pesca; sin duda los osos grizzly tienen bastante que ver con esa imposición.

Volviendo al comentario sobre nuestro protagonista, es de resaltar que la tradicional capacidad de seis cartuchos en los cilindros de los modelos de tamaño medio de la marca hace ya tiempo que se amplió con ejemplos de mayor capacidad, siendo siete los que aloja el cilindro del 386, y entiendo que queriendo así ofrecer una mayor performance, pero manteniendo unas dimensiones contenidas.

Como las imágenes muestran en el reportaje, este modelo ofrece lógicas diferencias con el más pequeño, siendo quizá la más destacable (al margen por supuesto de las dimensiones), el alza dotada de una excelente capacidad de corrección en altura y lateralidad, o el propio punto de mira ya comentado.
Por otra parte, todo lo que se refiere a mecanismos y sistema de funcionamiento es literalmente idéntico, aunque en distinta escala, con disparadores de doble acción y hasta con la moderna incorporación de un mecanismo de bloqueo por llave, que impide el funcionamiento de las armas a manos no autorizadas. Ésto al margen del cable de acero con candado que también acompañan a los modelos S&W desde hace un tiempo.

El diseño es asimismo análogo en los pestillos de apertura del cilindro, que resultan del todo accesible y operables con todo control, aunque, estéticamente, me gustaran más los antiguos.
Como es fácil de entender, uno de los elementos que tiene vital importancia en estas armas potentes y ligeras, es precisamente el que sirve de unión entre ellas y quien las maneja, es decir, la empuñadura, o más concretamente en este caso, las cachas.

De nuevo distintas por su tamaño, ambos revólveres montan sendas cachas de una sola pieza fabricadas en un compuesto sintético asimilable al neopreno, circunstancia que favorece sin duda la absorción de una notable parte del retroceso, al margen de que ese material resulte muy agradable al tacto y, lo que es aún más importante, extraordinariamente eficaz para brindar un excelente control, sobre todo desde el magnífico diseño que se ha conseguido, con una zona frontal que presenta varias depresiones para acomodar idóneamente los dedos y unos laterales que sirven para llenar, o mejor dicho de nuevo acomodar, la mano.
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Desde el punto de vista mecánico pocas diferencias podemos observar respecto a armas más veteranas, aunque también en los nuevos vemos la variación introducida por S&W hace ya un tiempo, situando el percutor cautivo en el armazón en lugar de solidario al martillo. En su día argumentaron que esta solución (empleada por muchas marcas a lo largo del tiempo), ofrecía ventajas en fiabilidad y durabilidad, aunque cabe preguntarse cómo pudieron tardar tanto tiempo en descubrirlo, y lo poco que se habrán difundido los posibles problemas que acarrease la “aguja” en el martillo; yo al menos no supe de ninguno y creo que el tema se encauza más con los métodos de producción, y el detalle tampoco reviste mayor importancia.

En todo caso, los revólveres que pueden ver resultan tan atractivos a la vista como sorprendentes en la mano. Están verdaderamente bien hechos, como cabía esperar desde luego, pero es su peso, su muy escaso peso lo que los hace casi increíbles pata tratarse de armas de fuego de notable potencia.
Desde luego, el pequeño 2″ no estorbará en absoluto a quienes quieran o deban portarlos, al margen de confirmar que su funcionamiento fue sencillamente intachable, lo mismo que cabe decir del modelo mayor, en el que la más dimensionada empuñadura, el mayor radio entre miras e incluso que éstas existan en una configuración ejemplar, ofrece una muy superior performance frente al blanco, como ya entenderán es absolutamente lógico.
En una época volcada hacia las pistolas automáticas, S&W nos recuerda que todavía las armas de cilindro confirman su futuro, al menos si ofrecen las características de estas que hemos probado y si además funcionan como un reloj… y de los buenos. •